La primera regla para escuchar adecuadamente a los demás es no juzgar lo que la otra persona está diciendo. No tienes que estar de acuerdo con lo que afirma, pero debes mostrar respeto. Debemos ser tolerantes y flexibles. Aceptar lo que está diciendo el otro no significa estar de acuerdo, sino, ponernos en su lugar; tener empatía.
Mantener el contacto visual es fundamental. Si una de las 2 personas no mira a la cara a la otra, se crea una sensación de distanciamiento. Si por timidez o pudor te cuesta mirar a la cara de tu interlocutor, al menos dirige tu mirada en la dirección de su cara.
Cuando alguien tiene algo que contarte, simplemente escúchale. Es muy probable que solo quiera desahogarse o necesite tu apoyo, o simplemente pueda que lo haga para poner orden en sus ideas.
No intentes aconsejarle mientras está hablando porque tu función es que llegue sol@ a una conclusión y gane en perspectiva. En todo caso, cuando acabe lo que está diciendo, pregúntale de forma sutil si quiere conocer tu opinión o si necesita un consejo,
En la escucha activa utiliza refuerzos positivos, con gestos como asentir con la cabeza o repetir brevemente, y de vez en cuando, lo que tu interlocutor está hablando. Esto te ayudará a ti a seguir el hilo de la conversación sin distraerte, y hará que la otra persona se muestre confiada, sabiendo que estás atendiendo a lo que dice.
Para que la comunicación fluya, cuando alguien está hablando es necesario que no l@ interrumpas constantemente. Si lo ves necesario, haz peguntas sencillas, sin interrumpir, para aclarar situaciones. Las preguntas abiertas casi siempre dan paso a que el interlocutor nos dé más detalles acerca de lo que está hablando y pueda expresar mejor sus emociones, sus necesidades.
El lenguaje corporal es clave y puede decir mucho más de ti de lo que expresas con tus palabras. En las situaciones en las que te sientes incómodo tiendes a cruzar piernas y brazos, o a mover reiteradamente un objeto con las manos. Esto puede desmotivar al interlocutor y provocar que se corte la comunicación.
Las habilidades para escuchar también se entrenan y dicen mucho de tu inteligencia emocional.
Aprender a escuchar es una virtud que reforzará tus relaciones personales y profesionales. Cuanto más lo ensayes, más fácil te resultará.
Quien sabe escuchar, percibe hasta en los silencios, en el gesto más sutil de quien está hablando; porque hablar es una necesidad, pero escuchar es un arte que no todo el mundo posee.
Agur
Mikel Alcalde